viernes, 16 de octubre de 2015

Capítulo IX.

When you're smoking tinfoil in the morning
It's gonna be a cold day
When you're keeping everything inside you
It can only hurt you

Unrelated sounds
The sun will shine again
You hold it in your hands

This young land is a young land let it stay that way
Its pollution only turns you into something you don't want to see in the water
A reflection of them that you receive

You don't own the sun
And the sun won't shine again
So maybe you're all in love
With Aluminium

Tumbado y mirando el techo, así me encontraba. Como en otra dimensión me hallaba también. Únicamente oía el alegre cantar de los pájaros, mi respiración y las lentas pulsaciones, todo lo demás no existía.

Sería gracioso saber que las tres cosas iban acorde, a la vez. Pero en ese momento no lo era para mí, estaba tan jodido. Podía verme como alguien relajado en su cama, en paz, pero sólo físicamente. Mi mente estaba en plena tormenta, martirizándome, recordándome cada instante porque tuvo que morir aquél niño, todo por mi culpa.

¿Por qué tuvo que pasar aquello? ¿Por qué no pude evitarlo? Asesino, repetía mi mente en demencia. Recordé las últimas horas de ayer, todo oscuro hasta despertar en el coche de Carter, camino a casa.

No iría a trabajar porque no pude llamar, Jiang Li lo hizo por mí, explicándole lo sucedido al jefe. No quise saber lo que dijo éste, tampoco tenía ánimos para hacerlo.

Suspiré, como las miles de veces que lo hice en lo que llevaba de día, cerrando los ojos lentamente y disfrutar del negro que éstos lograban ver. Ya no tenía miedo, ¿para qué? Sólo estás jodido, imbécil. No te creas ahora el valiente.

martes, 21 de julio de 2015

Capítulo VIII.

Apostado en el jardín del universo,
de rodillas y esperando poco a poco mi momento.


Esperando que mis sueños tenga dueño,
que el momento sea perfecto
y el encuadre sea el correcto.


Me pierdo entre las dudas
de un mismo color,
de un mismo sabor.


Y el tiempo lleno de momentos
que se van perdiendo
dejándote la calle a media luz.


Dueños del cajón de cuentos
que estuve escribiendo
por cada vez que el tren se me escapó.


Pienso agarrarme fuerte a mi momento.


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Aquella noche me fui a dormir intranquilo. Di miles de vueltas sobre mi cama, agarrando con fuerza la almohada y pensando en qué le había ocurrido al maldito papel.


‘’Me lo temía, Scott. La búsqueda durará horas y no me extraña. Te dejo la clave del sistema de la oficina para que salgas, cuando llegues a casa quema este papel. Haz como si nunca nos hubiéramos visto, inventa una historia si te preguntan donde has estado. Pero nunca digas que me has visto. Prefiero mantenerme al margen, es fundamental para mi trabajo.
P. ‘’


Recordé el contenido de ese mensaje. Llevaba consigo la clave del sistema de la oficina donde Pablo estaba… Y yo debía de quemarlo. Pero, juraría que estaba en mi bolsillo… Me había metido en un gran problema, y de los grandes. Barajé las posibilidades de donde podría estar y llegué a varias conclusiones.


La primera era que Jiang Li era incapaz de haberlo cogido, y menos leído.
Seguidamente, la idea de que Ai Chan lo hubiera encontrado era… Tal vez más remota que lo de Jiang Li. Esa mujer sólo se preocupaba de que su pintalabios fuera de un color que pegara con su ropa. Además, que ella rebuscara en mis bolsillos…
Hice una mueca de asco. Entonces me percaté de algo. ¿Cómo no estaba en ningún lugar? Me hubiera dado cuenta antes. Y si alguien me lo había quitado me hubiera dado cuenta.
Alboroté mi pelo y cogí el inhalador, apretando el botón un par de veces. Apagué la luz, dejando mi dormitorio a oscuras y cerré los ojos.


lunes, 15 de junio de 2015

Capítulo VII.






‘’El Mundo mata,
El Mundo muere,
y no quisiera yo darle la espalda,
tampoco suplicarle que me espere.
Y si mañana no queda más que un ángel,
y si mañana tan solo somos aire,
y si mañana nos encuentran enredados que nos dejen descansar, del mundo así.’’

Algo o alguien me agitó de un lado hacia el otro, haciéndome sobresaltar. Suspiré aliviado al ver que era Jiang Li.

— Llevas bastante rato con los ojos abiertos, tío, mirando un punto fijo. Estos días estás bastante raro, ¿te ocurre algo? — Preguntó preocupado. — Por cierto, hola.

— Tranquilo, no me pasa nada. — Mentí añadiendo una sonrisa. Al parecer, estaba despierto pero yo no lo notaba. Era… Raro. Acto seguido, estiró su brazo dándome la mano. Estreché la mía con la suya y él me tiró hacia él, ayudándome a levantarme. Bufé del dolor, volví a recordar que el brazo me dolía pero Jiang Li no se percató de ello.

— Gracias. — Me pasé la otra mano por la nuca, acordándome de lo ocurrido de antes. Observé la puerta de al lado de mi apartamento, recordando a aquella pitonisa. Intenté esquivar todos esos recuerdos. ¿De verdad no habían ocurrido?

— ¿Por qué no has entrado? — Preguntó Jiang Li mientras ponía su llave en la cerradura.

— No he podido, la llave no encajaba. Piqué a la puerta, pero al parecer no estabas. — Me encogí de hombros.

— Es que no me encontraba ahí, había ido a dar una vuelta con Ai Chan. Ya estamos preparando algunas pequeñas cosas para la boda. Estamos muy ilusionados… — Suspiró enrojeciendo sus mejillas.

— Os estáis precipitando demasiado, ¿no creéis? — Pregunté a espaldas de él.

— ¡Que va! Iremos después de la boda a varios países… Volveremos también a China, allí conoceré a su familia y yo le presentaré la mía. Todo será perfecto. — Entró en casa.

— Si tu lo dices… — Dije no muy convencido mientras le seguía. Ai Chan no me daba buena espina, estaba muy seguro de ello.

— ¿Has oído hablar de ese accidente? — Preguntó sin demasiado interés. Y supe rápidamente de lo que hablaba.

— Sí… — Me encogí de hombros, mintiendo. Le seguí hasta llegar al comedor.

Suspiré y cogí el mando del televisor. Me senté en uno de los sillones naranjas del comedor con un gesto de cansancio. Eran demasiadas experiencias, una detrás de otra sin parar. Después de acomodarme en el sillón, encendí la televisión con el mando.

Se iluminó la pantalla y acto seguido apareció el rostro de una mujer hablando. Al lado suyo una imagen… No tardé ni un segundo en deducir que era, el metro. Estaba tomada la foto en perspectiva, aparentado que era peor de lo ocurrido.  

Pasé mi mano por el pelo repetidas veces, no escuchaba lo que decía la reportera, sólo observaba fijamente la imagen y a la vez recordaba lo sucedido.

Después de unos segundos, a mi parecer interminables, en la pantalla apareció un chaval de unos veinte años. Lo reconocí enseguida, era el chico que había fallecido. Volví a centrarme en lo que decía. Las pruebas habían sido rápidas, y murió por un golpe demasiado fuerte en la cabeza. Además de que recién había sido operado de allí.

Suspiré, nadie tenía que morir de tal forma… Me dije mentalmente que no era mi culpa, sin embargo, notaba que me estaba volviendo loco.

De repente, el acontecimiento del día anterior se posó en mi mente. Aquel sueño… Aquella anciana… ¿Ella existía? Pero nada tenía sentido… Me percaté del dolor de cabeza que amenazaba mi cordura, y me limité a pensar y a creer que todo fue un sueño.
Pero, una y otra vez, todo me recordaba a la mujer. Incluso, por un momento, llegué a sentir el olor a muerte que inundaba su casa justo cuando entré.

Jiang Li me dio un vistazo rápido.
— Scott, pareces mareado. Vaya ojeras llevas… ¿Quieres ibuprofeno? — Preguntó. Yo sonreí a modo de respuesta de manera algo forzada, y me limité a negar sin pronunciar palabra.
— Voy a salir un momento, a comprobar… Si hay correo. — Escogí una mala excusa, pero él pareció creerme, pues aprobó con la cabeza la idea.
— Si han mandado la nueva revista de O’Kayto tráela, por favor. En el nº32 viene como regalo un muñequito precioso que me gustaría regalarle a Ai Chan.
Rodé los ojos de manera disimulada. — De acuerdo.

Salí sin desayunar y con el pijama puesto.
Lo primero que hice al llegar junto al buzón no fue precisamente abrirlo. Miré los apartamentos vecinos.
En el sueño… Ella… Ella entraba en la casa del Sr. Smith. Pero esa propiedad estaba deshabitada, era imposible lo que había visto. Mordí mi labio inferior y una idea descabellada se cruzó por mi mente. ¿Entrar dentro sería una buena idea?
Contemplando la posibilidad y con el corazón en un puño, volví a casa.

— ¿Y el correo? — Preguntó mi compañero de piso. Mi rostro se mostró confuso. — Anda, ve y duerme un rato más; ya voy yo.

Cansado de todo, entré en mi habitación. Lo único que necesitaba era dormir, aunque fuera para que desaparecieran mis problemas. Pero sabía que no serviría de nada, pues al caer en los brazos de Morfeo vendrían pesadillas y mis grandes temores.

Ojeé la habitación rápidamente, mientras cambiaba mi semblante. Dios Santo…¡¿Qué había ocurrido?! Papeles y objetos por los suelos, muebles movidos de lugar, cosas rotas… Era como si un huracán hubiese entrado por allí, al igual que en mi interior, pues sentía las emociones rotas y revueltas.

Supe exactamente lo que significaba, alguien había entrado allí. Pero no sabía cómo. Sentí pánico, alguien me conocía o seguía mis pasos. ¿Sería el tal X, el de los mensajes?

Empecé a ordenarlo todo, aunque no de una manera muy meticulosa. No me faltaba nada, que recordara… El dinero estaba en su lugar, las cosas electrónicas igual. Sin embargo, notaba que algo fallaba, que algo o alguien se escapaba de mi cabeza.

Recordé en ese momento algo… Pablo me había dado un papel que se supone que debía quemar. Lo había olvidado por completo. Era normal, teniendo en cuenta que con tantos acontecimientos no pensaba en nada con claridad.
Fui a la cocina, acercándome a un mueble bajo la encimera con tres cajones ordenados verticalmente. Abrí el primero, para encontrarme con cerillas, servilletas, cubiertos y algún que otro chicle. Agarré la cajita de fósforos, con la intención de prender fuego a aquella nota cuanto antes. La abrí con cuidado, la última vez todas las cerillas salieron volando y tardé un rato en recogerlas. Saqué una del interior de la caja.
Deposité el objeto en la encimera y llevé la mano a mi bolsillo derecho, buscando en él la nota. Pero no estaba. Que raro… Creía que la había dejado ahí. Rebusqué en el izquierdo, obteniendo el mismo resultado. ¿Y la nota?
Mi cuerpo se tensó por momentos y comencé a buscar por todos lados aquel papel que debía de quemar. Nada. ¿Tal vez se me cayó?
Me agaché hasta ir gateando por el suelo -gracias a Dios estaba fregado-, mirando bajo las mesas.
— Scott, ¿desde cuándo eres un gato? — Preguntó Jiang Li entrando de imprevisto en la sala.
— Desde que busco… ¡Ay! — Exclamé tras golpearme con la base de una silla mientras observaba debajo de esta.
— ¿Estás bien?
Llevé mi mano a mi cabeza acariciándola, mientras que miraba a mi amigo.
— Estoy bien… ¿Tú has cogido por casualidad un papel que llevaba en mi bolsillo?
Jiang Li dudó unos instantes.
— Que yo sepa no, no me gusta tocar tus cosas… ¿Era algo importante?
Asentí, levantándome. Entré al salón aún con una mueca de dolor por el golpe. Necesitaba encontrar ese papel y hacerlo desaparecer.





domingo, 22 de febrero de 2015

La excepción de la regla de amor.

somniferomortal.blogspot.com.es

Reglas de amor: Enamorarse del típico/a gilipollas.
Regla que no se puede romper de amor: No puedes ser ese/a gilipollas.

Y yo... Yo prometo ser tu gilipollas, pero la excepción que rompe la regla: Gilipollas que no te dejaría nunca. Que te abrace. Que te haga reír. Que te bese. Que te haga sentir mariposas. Pero sobre todo... Quien te AMARÍA.

No me lo niegues, rompamos la regla del amor de una vez.

domingo, 25 de enero de 2015

Capítulo VI.

 Alívio Imediato | via Tumblr
Eres Tango y eres ritmo vives en do, re, mi, fa
impredecible compás cuando te vistes de Jazz,
llegas y me das oxígeno, mi único somnífero
si el mortífero estrés tensa mis músculos, discípulo


de tu inmensa maestría cuando no te conocía,
como podía vivir sin percibir tu melodía
fuiste mía y solo mía en mis horas de miseria,
compones la banda sonora de esta tragicomedia.


Tú reina entre mil reyes, cumbre de mis valles,
me levitas y asi evitas que tanto odio me ametralle
tú, si eres Hip-Hop muestras denuncia y carisma,
pero te vistes de clásica y sigues siendo la misma.


_______



Unas manos me taparon la boca y sentí el pánico dentro de mí. Tantas emociones por un día… Era muy malo. Giré con resistencia la cabeza y pude ver a un chaval, aunque después noté otra persona obligándome a ir a un sitio. Intenté evitarlo, pero dos siempre son más que uno.


Entramos en una oficina, o mas o menos veía según la distribución de las cosas, hasta que noté el sonido de una puerta cerrarse no me soltaron.


Miré al chico que se dirigía a un escritorio delante mío.


Una vez pude observarle, comprobé que no lo conocía de haberlo visto antes.
Era alto, mediría aproximadamente lo mismo que yo. Esa talla hacía más notar un cuerpo de peso normal y musculatura definida; por lo que deducí que acostumbraba a hacer algo de ejercicio. Aparentaba tener 17 años, más o menos. Su pelo era de un marrón muy oscuro, casi negro; este caía sobre su frente dando paso a unas cejas cortadas por una cicatriz en el lado izquierdo. Bajo ellas, resplandecían unos grandes ojos azules, cubiertos por unas gafas de pasta negras. Su boca permanecía seria, esperando a que yo dijera algo; mientras se cruzaba de brazos. Vestía una sudadera negra -en la que estaba escrita una frase en un idioma que no logré comprender- junto con unos vaqueros. Al conjunto acompañaban unas deportivas amarillas. 

miércoles, 7 de enero de 2015

¡Participamos en el reto: 30 días, 30 dibujos!

Bien, hoy encontré el desafío en el blog de ''Imaginatura'' así que no dudé en leerlo y querer participar. Se lo comenté a Lucía y también le pareció bien. ¡Así que aquí estamos, participando en nuestro primer desafío!

Trata de dibujar cada día un dibujo específico, en el blog lo subiremos al final de cada semana. (Los que hemos hecho) Pero cada día los subiremos al Instagram. ^^ (@autorassm)

Os podéis inscribir en el blog Imaginatura: http://troupe-literaria.blogspot.com.es


Nuestro lugar de reunión.

Se pinta los labios de un color rojo pasión y  sonríe.

Se hace la larga raya de ojo y pestañea con gracia.

Se acerca por la ventana y observa la gran noche estrellada. Hace frío, como mujer lista que es, observa los árboles mover sus ramas y hojas con agilidad.

Sale de casa mientras se pone el largo abrigo de piel, se coge de éste mientras camina y su cabello decide jugar con el viento.

No sabe cuanto tiempo pasa hasta llegar al local.

Entra y saluda al de recepción, él está acostumbrado a verla llegar feliz e irse triste.

La mujer se sienta en el mismo sitio de siempre y aparta la placa de reservado. Está todo preparado, una pequeña vela ilumina en el centro de la mesa.

Empieza el show de música en vivo, los músicos empiezan a tocar jazz.

Pasan bastantes canciones hasta que toca la madrugada, ella observa el reloj, lo extraña.

Imagina a su amado volver con su traje militar con una gran sonrisa.

Ella aún espera el día en el que él vuelva.

Ese siempre es el lugar de reunión, donde se volverán a encontrar.

O eso espera ella. Pues el de recepción sabe que el hombre ha muerto pero no dice nada.

Pero seguirá siendo el sitio de un reencuentro para ella.

military | Tumblr