martes, 28 de octubre de 2014

¡El blog se disfraza para Halloween!

¡Así es! Cómo dice el título, el blog va a tener unos cambios para esta época de Halloween.
¡Y no tiene nada de malo! Así podremos mostrar que un blog puede resultar hasta divertido en estas fechas. 

Además, me ha parecido interesante contaros curiosidades de esta fiesta.

- La palabra Halloween proviene de una variante escocesa de la expresión inglesa '''All Hallows Eve', que significa <<víspera de todos los Santos>>. Se empezó a utilizar en el siglo XVI. 

- Las manzanas de caramelo y las de azúcar suelen ser comunes en ese día.

- Se celebra la noche del 31 de agosto.

La leyenda de Jack O' Lantern. [Sacada de Wikipedia.]

Narra una leyenda irlandesa que había un pillo de nombre Jack, el Tacaño. El diablo, a quien llegó el rumor de tan negra alma, acudió a comprobar si efectivamente era un rival de semejante calibre. Disfrazado como un hombre normal acudió al pueblo de éste y se puso a beber con él durante largas horas, revelando su identidad tras ver que en efecto Jack era un auténtico malvado. Cuando Lucifer le dijo que venía a llevárselo para hacerle pagar por sus pecados, Jack le pidió que bebieran juntos una ronda más, como última voluntad. El diablo se lo concedió, pero al ir a pagar ninguno de los dos tenía dinero, así que Jack retó a Lucifer a convertirse en una moneda para demostrar sus poderes. Satanás lo hizo, pero en lugar de pagar con la moneda, Jack la metió en su bolsillo, donde llevaba un crucifijo de plata. Incapaz de salir de allí el diablo ordenó al granjero que le dejara libre, pero Jack respondió que no lo haría a menos que prometiera volver al infierno para no molestarle durante un año.
Transcurrido ese tiempo, el diablo apareció de nuevo en casa de Jack para llevárselo al inframundo, pero de nuevo Jack pidió un último deseo, en este caso, que el amo de las tinieblas cogiera una manzana situada en lo alto de un árbol para así tener una última comida antes de su tormento eterno. Lucifer accedió, pero cuando se hallaba trepado en el árbol, Jack talló una cruz en su tronco para que no pudiera escapar. En esta ocasión pidió no ser molestado en diez años, además de otra condición: que nunca pudiera el diablo reclamar su alma para el inframundo. Satanás accedió y Jack se vio libre de su amenaza.
Su destino no fue mejor: tras morir (mucho antes de transcurridos esos diez años pactados), Jack se aprestó a ir al cielo, pero fue detenido en las puertas de San Pedro, impidiéndosele el paso pues no podían aceptarle por su mala vida pasada, siendo enviado al infierno. Para su desgracia allí tampoco podían aceptarlo debido al trato que había realizado con el diablo, quien de paso le expulsó de su reino y, despechado, le arrojó a Jack unas ascuas ardientes, las cuales el granjero atrapó con un nabo hueco, mientras burlonamente agradecía la improvisada linterna que así obtuvo. Condenado a deambular por los caminos, anduvo sin más luz que la ya dicha linterna en su eterno vagar entre los reinos del bien y del mal. Con el paso del tiempo Jack el Tacaño fue conocido como Jack el de la Linterna o «Jack of the Lantern», nombre que se abrevió al definitivo «Jack O'Lantern». Esta es la razón de usar nabos (y más tarde calabazas, al imitar con su color el resplandor de las ascuas infernales) para alumbrar el camino a los difuntos en Halloween, y también el motivo de decorar las casas con estas figuras horrendas (para evitar que Jack llamara a la puerta de las casas y proponer Dulces o travesuras).

Espero que os haya gustado esta entrada. ♥

lunes, 27 de octubre de 2014

No te vayas...

El viento movía con fuerza las olas del mar.
Yo estaba allí, sentada en aquellas rocas con las que el mar luchaba intentando arrastrarlas hacia dentro cada noche.
Mi pelo se revolvía debido al clima. No me importaba, simplemente quería estar sola, en ese lugar.
Abracé mis piernas con mis brazos y suspiré. Miré al mar, que se movía formando grandes olas.
El echo de haberme peleado con mi mejor amiga, me había dejado destrozada.
Mi móvil sonó, emitiendo la particular música de que un mensaje nuevo había llegado.
No quería mirarlo. No en este momento...
Una ola rompió contra las rocas en las que estaba. Otro mensaje llegó.
Decidí, a pesar de mi estado de ánimo, mirar de quien eran los últimos mensajes.
''Maddie - 2 mensajes nuevos. Toca para mostrar''

Cuándo Juntos Somos Uno

Por esos entonces no sabía cuál era su nombre. Se hacía llamar Up, y a mí me asignó el apodo de Down.
Up no era como el resto de chicas. Siempre se veía solitaria, tal vez fuera porque no podía moverse. Así es. Ella tuvo un accidente de coche y perdió la movilidad en sus piernas. Era parecida a mí, aunque el problema no era el mismo. Mientras ella siempre tenía una sonrisa en la cara y hablaba sin preocupaciones, yo me mantenía callado. Mis padres pensaban que me había quedado mudo. Pero no era así. Podía hablar, pero no lo hacía. Sólo con Up, independientemente de que fuera tres años menor que yo. Era la única persona a la que verdaderamente apreciaba y quería.
Me sorprendió lo que ella me propuso un día mientras se mecía en el columpio.
<<Tú puedes ser mis piernas y yo seré tu voz>>. No entendía al principio lo que aquella chica decía. Pero poco a poco fui entendiéndolo. Yo movía su silla de ruedas. Ella hablaba por mí.

Era de noche. La lluvia golpeaba con fuerza el cristal de la ventana. Mi móvil sonó. Reflejaba el nombre de Up en la pantalla. Esperé a que hablara ella, cómo de costumbre. Pero nunca hubiera esperado lo que me diría mi amiga.
– D-down... h-he resbalado... N-no puedo lev-levantarme. – Susurró al otro lado del teléfono con un hilo de voz.
Mi corazón se detuvo por momentos.

Siempre Imperfectos

La chica de ojos avellana y pelo castaño acariciaba con suavidad la marca que se encontraba en aquel árbol. ''Siempre Imperfectos''. Aquellas dos palabras se podían distinguir con claridad sobre la madera oscura y desgastada. Apoyó su cabeza contra el tronco y sonrió forzadamente. 
Esa sonrisa... Dió paso a las lágrimas. Una tras otra. Pero seguía sonriendo. Las mejillas le ardían, y sentía un dolor punzante en el corazón. Le habían enseñado a ser fuerte. Pero... ¿Acaso su fuerza de voluntad iba a poder con ésto? Lo dudaba. Apretó sus puños, clavándose las uñas en su piel pálida. 
Siempre imperfectos. Esas dos palabras que él escribió para ella. 
– Siempre Imperfectos. Y que el mundo no pueda decir lo contrario. Porque si todo fuera perfecto, nada tendría sentido.  Aquellas palabras la habían conseguido tranquilizar en aquellos días. Ya no tenía miedo de lo que él pudiera pensar de su aspecto o físico. Sabía que la quería tal y cómo era. No había que fingir.
O eso creía. Otra lágrima más resbaló por su rostro. Ya no podía más. Se derrumbó allí mismo, sollozando, sin entender por qué. ¿Acaso todo  lo que él le decía era una maldita mentira? ¿Que hay de esos ''te quiero''? ¿Que ocurrió con esas sonrisas? ¿Era necesario acabar así? ¿Por qué la engañó? ¿¡Siempre Imperfectos!? ¡Todo eso es una jodida mentira! Ya no habría más caricias, risas ni sueños. Se esfumaron las miradas, los besos y aquel contacto que la hacía temblar. Y es que, ahora, la ilusión había muerto.

Capítulo III



Un día cualquiera no sabes qué hora es,
te acuestas a mi lado sin saber por qué.
Las calles mojadas te han visto crecer
y con tu corazón estás llorando otra vez.
Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer
jugando con las flores en mi jardín.
Demasiado tarde para comprender,
chica, vete a tu casa, no podemos jugar.

La luz de la mañana entra en la habitación,
tus cabellos dorados parecen el sol.
Luego por la noche al Penta a escuchar
canciones que consiguen que te pueda amar.

Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer.
Demasiado tarde para comprender.
Mi cabeza da vueltas persiguiéndote.
———— 
Mi reacción tuvo que ser épica al encontrar semejante mensaje, pero eso no era lo importante. Aquel desconocido me espiaba y/o observaba, no sabía que tenía en contra de mí pero tenía que saberlo.
En el camerino solo estábamos en ese instante Maya, Shaina y yo, esa sensación que tenía era horrible.
Finalmente, vi a Maya acercándose, con una sonrisa en su rostro.
— ¿A dónde quieres ir? — Pregunté, olvidándome de todo unos segundos, perdiéndome en sus ojos…
— No sé… Elige tú. — Respondió.

Capítulo II.

— Buenos días, Scott. — Saludó mi compañero de piso, mientras descargaba unas maletas de su coche.
— Hola. — Saludé. — Cuánto tiempo.
Mi compañero era de origen chino y se llamaba Jiang Li, tenía aquel pelo negro bien peinado  y sus ojos rasgados me miraban examinandome.
— Tio, en este tiempo si que has cambiado— Rió, Jiang Li era muy risueño y una vez hasta participó en un concurso de Kung Fu si no fuera porque en el primer combate perdió con su delgadez y poca habilidad en técnicas marciales.
Sonreí de lado.
Ayudé a cargar su equipaje de nuevo hasta su habitación.

Capítulo I.

Me abotoné aquella camisa pero dejando dos botones abiertos y suspiré.
Hoy era el día de la ceremonia de los 75 años del orfanato donde había asistido. Miré la mesita de noche dónde se posaba una foto mía cuando estaba allí con lo que había sido mi mejor amiga, Maya. Ahora ya no sabía nada de ella pero no importaba. Yo había cambiado, y para bien. Ya no era aquel muchacho tan delgado porque ahora hacía deporte dejando a ver unos buenos músculos aunque había crecido varios centímetros, apunto de rozar el 1’90.
Me sentía seguro y pues eso, había cambiado.
Cerré la puerta de casa para dirigirme al garaje donde se encontraba aparcado mi coche. Era un Volvo, me había costado tiempo y trabajo, pero lo había conseguido. Había conseguido tener el coche que siempre había soñado. Era un gris claro, bastante simple pero no quería llamar mucho la atención. Metí las llaves y arranqué. A mi memoria llegaban los recuerdos de aquella chica tan peculiar. ¿Tal vez volvería a verla? Giré a la izquierda pasado un rato. Ya podía ver aquel edificio que me traía tantos recuerdos… Aunque lo había intentado, se me hacía difícil sacarme de la cabeza aquel día en el que… No. No debía pensar en ello. Volvió a ser una simple coincidencia.

Mirando en el alma.

¿Que ves allí, en la lejanía? Tal vez nunca te paraste a ver más allá de un simple paisaje, una persona a la que no conoces o un libro en el suelo. En ese paisaje hubo besos. Hubo llantos. Hubo juegos. Hubo niños. Hubo miradas. Hubo primeros amores. Incluso, tal vez, hubo muertes y nacimientos. Pero tú... Tú te empeñas en ver un simple paisaje. Esa persona a la que no conoces de nada está llorando. ¿Por qué llora? Tal vez nunca lo sepas. Porque para ti sigue siendo eso,una simple persona. ¿Por qué ese libro está en el suelo? Tal vez alguien lo tiró. Tiro las historias, los sueños y las horas de trabajo que empleó alguien para escribirlo. Y para ti solo sigue siendo eso: un libro tirado en el suelo. Lo que quiero decir con todo esto, es que nos empeñamos en ver las cosas más sencillas sin importar que puedan tener otro significado. Párate a pensar un momento. Párate a mirar lo que ocurre a tu alrededor. Porque tal vez mañana sea demasiado tarde. ♠️

domingo, 26 de octubre de 2014

Prólogo.

Me miraban. Hablaban entre ellos, señalándome y conversando acerca de mí. No entendía qué pasaba.
Eran mis padres, me había costado el pellejo saber sus nombres y donde vivían, y por fin los tenía delante de mis narices. Detrás de ellos, se asomaban con curiosidad dos niños pequeños, muy parecidos a mí. Eran mis hermanos.
Mis progenitores me observaban con el rostro serio. Seguramente no me esperaban aquí. Normal, nadie me esperaría; teniendo en cuenta que se supone que yo estaba en el orfanato en el que me dejaron. De eso hacía ya bastantes años.
Solo sabía que habían formado una perfecta familia, excluyéndome a mí de sus planes.
Después de unos minutos, mientras todos ellos me analizaban mi madre dijo algo que me marcaría para siempre.
—Mirad, el mudo habla— dijo mientras reía y a ello se sumó mi padre, mis hermanos también lo hicieron aunque no supieran el motivo de la risa, que era yo.
Mi corazón estaba destrozado. No me hubiera imaginado nunca éstas palabras saliendo de la boca de los seres que me habían creado. ¿De verdad eran ellos mis padres? Apreté los puños y miré a aquellas personas que seguían riendo. No podía ser verdad… Rechazado por mis propios padres.