sábado, 15 de noviembre de 2014

Las lágrimas son pétalos esparcidos en un simple colchón.

Solamente cerró los ojos y escuchó el latido de su propio corazón.

Pequeñas y lentas pulsaciones.

Aquello le tranquilizaba, parecían tener todo el rato el mismo ritmo, sin variar.

Pero no era así y lo sabía.

De día una mujer llamativa con labios de color rojo, de noche una chica con el rímel corrido.

¿Por que sentía eso? ¿Esas ansias de conocer el supuesto amor? ¿Aquello de lo que todos hablaban?

Empezó a arrancar los pétalos de la margarita que se encontraba en sus manos, liberando su rabia, una emoción que si conocía de sobra.

Ni las pulsaciones ni nada le tranquilizaban ya, temblaba nerviosa, nerviosa para que aquello acabara ya.

El tacto le guiaba para ir arrancando, hasta que notó que ya no quedaban más pétalos.

Ni tampoco rabia.

Todo era inexistente, producto de su imaginación.

El amor no existía.

Y si lo era, lo había perdido.

No valía la pena llorar con los ojos.

Sus lágrimas eran los pétalos esparcidos del colchón.

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2 comentarios:

  1. Woau :O eso a sido intenso, te ha quedado precioso *--*
    Un beso!

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    1. ¡Muchísimas gracias, enserio!<3 Lo escribí un día que tenía bastante inspiración, espero hacer mas relatos así. *-* Un beso para ti también :3

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