viernes, 16 de octubre de 2015

Capítulo IX.

When you're smoking tinfoil in the morning
It's gonna be a cold day
When you're keeping everything inside you
It can only hurt you

Unrelated sounds
The sun will shine again
You hold it in your hands

This young land is a young land let it stay that way
Its pollution only turns you into something you don't want to see in the water
A reflection of them that you receive

You don't own the sun
And the sun won't shine again
So maybe you're all in love
With Aluminium

Tumbado y mirando el techo, así me encontraba. Como en otra dimensión me hallaba también. Únicamente oía el alegre cantar de los pájaros, mi respiración y las lentas pulsaciones, todo lo demás no existía.

Sería gracioso saber que las tres cosas iban acorde, a la vez. Pero en ese momento no lo era para mí, estaba tan jodido. Podía verme como alguien relajado en su cama, en paz, pero sólo físicamente. Mi mente estaba en plena tormenta, martirizándome, recordándome cada instante porque tuvo que morir aquél niño, todo por mi culpa.

¿Por qué tuvo que pasar aquello? ¿Por qué no pude evitarlo? Asesino, repetía mi mente en demencia. Recordé las últimas horas de ayer, todo oscuro hasta despertar en el coche de Carter, camino a casa.

No iría a trabajar porque no pude llamar, Jiang Li lo hizo por mí, explicándole lo sucedido al jefe. No quise saber lo que dijo éste, tampoco tenía ánimos para hacerlo.

Suspiré, como las miles de veces que lo hice en lo que llevaba de día, cerrando los ojos lentamente y disfrutar del negro que éstos lograban ver. Ya no tenía miedo, ¿para qué? Sólo estás jodido, imbécil. No te creas ahora el valiente.




—He llamado, Scott. He llamado para una cita con el psicólogo.—una voz me alarmó, abrí los ojos y dirigí mi vista hasta el marco de la puerta, allí se encontraba mi compañero, Jiang Li.
—¿Qué te ocurre, amigo?—dije, sin ganas. Volví a centrar mi vista en el techo.
—No es para mi, es para ti, Scott.—no dije nada, manteniendo mi mirada fijada ahí. No quería ver la cara del chino y tampoco saber en lo que estaba pensando, pensando en lo hundido que yo me encontraba.—Es en treinta minutos, así que alístate. Te acompañaré yo, por si planeas escaparte con una milf, aunque eso es de Japón. ¡Rayos, siempre nos comparan!—informó para luego hacer un intento de bromear.

El chico -aburrido de ver que no le hacía caso- salió del cuarto, cerrando cuidadosamente la puerta.

Pasé parte del tiempo estirado, mientras notaba como los rayos de sol entraban en mis poros, dándome una sensación de calidez que ansiaba. No fue hasta que miré la hora cuando supe que solo me quedaban diez minutos para marchar, aunque poco importaba, realmente sólo necesitaría dos.

Así que me limité a asearme y ponerme una camiseta negra, unos tejanos y unas deportivas, olvidando que tenía que afeitarme aún.

El viaje fue en silencio, sentado en el asiento del copiloto. Las únicas palabras que se oían eran las de Eimy Chen, la cantante preferida de Jiang. La canción se llamaba Don’t Leave Me, a pesar de que todo el contenido estaba en chino, al parecer, Jiang Li y Ai Chan planeaban hacer su boda con esa canción.

Sentía que a ese paso, acabaría con los ojos achinados y tejiendo faldas de lana como Jiang. Y eso realmente asustaba, estaba claro.

En cuanto a la cita con el psicólogo, fue bien, creía...O más bien no, pues acabó él contándome sus desdichas, logrando que fuera yo el que le conocía y no él a mi.
Acabé averiguando que el señor tufoso del parque de atracciones era su suegro. Y que nos prepararía a ambos una sesión juntos, pues el anciano acababa de separarse, al parecer a causa de las legumbres y las flatulencias. Las malas lenguas decían que al soltar una, alguna parte de su casa se desmoronaba, consecuencia de las turbulencias.

Así que en resumen no me pude desahogar o liberar el estrés, todo al contrario: Seguía pensando en el niño pero añadiendo un plus, las flatulencias del anciano. Algo me decía que no sería la única vez que lo vería.

En cuanto salí de la consulta, me esperaba a Jiang Li aparcado o algo parecido, pero nada. Seguí esperando y esperando. ¿Cuánto iba a tardar, el dichoso? Y lo peor de todo, no sabía cuánto llevaba aguardando pero ni rastro. Supuse que tendría que ir a casa a pie, y aunque me encontraba irritado por el hecho de que me hubiese dejado plantado a un sitio donde ni siquiera quería ir, siempre supe que al llegar no recordaría el motivo de mi enfado.

Al llegar a casa, me encontré con una escena un tanto extraña. Jiang Li estaba sentado en el sillón con unas gafas que usaba para ver de cerca a veces, sujetando algo que no era capaz de ver.
—¿Qué haces? —Pregunté acercándome y sentándome a su lado. Entonces pude ver lo que sujetaba con tanto cuidado.
—Le estoy pintando a mi querida Ai Chan sus piercings de otro color, porque esta noche iremos a cenar y ella se pondrá un vestido rojo. Y este piercing es amarillo. No pega, Scott, ¡no pega! —Exclamó mostrándome el pequeño adorno amarillo. Sobre la mesa estaban puestos diversos pintauñas que supuse que eran de la prometida de mi amigo.
—¿Y los… Vas a pintar con eso? —Miré los botecitos y cómo agarraba uno de color rojo, girando el tapón y examinando la brochita.
—Claro que sí, ¿no es perfecto? —En ese momento me di cuenta de que Jiang Li estaba en un estado de locura no muy bueno.
Encendí la tele, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá. Fui pasando los canales sin encontrar nada que fuera bueno. Desistí y dejé el canal local, en el que estaban dando los informativos.
—Con cuidado... —Susurró mi compañero de piso mientras seguía con lo suyo.

Cerré los ojos, respirando lentamente y asimilando un poco lo que estaba ocurriendo sin resultado. Creo que me quedé dormido, hasta que un grito de euforia me despertó.
—¡Scott! ¡Terminé! ¿¡No es fantástico!? —Me mostró el piercing. Ahora que la pintura se había secado se podían distinguir varias partes mal pintadas. Esto hacía que hubiera rayas rojas y rayas con un color rosa palo extraño, junto a alguna que otra zona con un color imposible de identificar.
—Tío, parece una sandía… —Murmuré medio adormilado.
—¿Tú crees? Tal vez debería darle otra capa de pintura…

‘’Un nuevo caso de robo ha alertado al vecindario. La famosa oficina Seamexpl fue el lugar del delito ayer. Los empleados no se explican cómo alguien pudo burlar el complejo sistema de alarmas sin que éstas no saltaran. (...)’’
Mis ojos quedaron abiertos de par en par. Ese sitio… Era el lugar donde hablé con Pablo.

‘’Me lo temía, Scott. La búsqueda durará horas y no me extraña. Te dejo la clave del sistema de la oficina para que salgas, cuando llegues a casa quema este papel. (...)
P. ‘’

Mierda… Llevé las manos a mi cara desesperado. Alguien tenía ese papel con el código de la oficina. Alguien sabía que Pablo me estaba ayudando. Alguien sabía lo que estaba ocurriendo.

—Huelo algo raro… —Dijo Jiang Li en voz baja dejando el pintauñas rojo y el piercing sobre la mesa.
—Será el olor de esa cosa… —Mascullé serio, maldiciendome mentalmente.
—No… ¿Tú no hueles algo así como a… pólvora?

En ese momento un ruido descomunal llegó a mis oídos al momento en que los cristales que daban al exterior del apartamento se rompían, filtrando una nube de humo impresionante.El suelo tembló por momentos y el olor a mueble carbonizado no tardó en llegar. Mi corazón se había detenido, literalmente. ¿Una bomba?
Jiang Li se tiró al suelo, colocando sus manos sobre su cabeza por si hubiera una segunda explosión.
El ruído de las personas de la calle gritar no tardó en aparecer.
Corrí hacia la puerta y salí afuera, aunque mi compañero de piso dijo que no me marchara, pues podría ser peligroso. Esa bomba había provenido de fuera, y por la dirección del sonido… Al lado de mi apartamento. Con la camiseta que llevaba tapé mi boca cuando la ceniza que cargaba el aire amenazó con ‘’jugar’’ con mi asma.
Si estaba en lo cierto… Aquella bomba fue lanzada en la casa de al lado.

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